domingo, 28 de febrero de 2016

Suiza rechaza la expulsión automática de extranjeros por delitos menores


Los votantes frenan en las urnas con un 58,9% la propuesta de la derecha populista

Los suizos han acudido este domingo a las urnas para decidir si endurecen drásticamente su ley de extranjería y permiten la expulsión de extranjeros por infracciones menores. Tras una intensa campaña en torno a la polémica propuesta, los votantes han rechazado con un 58,9% la iniciativa de la derecha populista.

El partido de la derecha populista UDC-SVP llevó a las urnas una propuesta que no solo insistía en la deportación por delitos graves como el homicidio o los abusos sexuales, que ya aprobó el pueblo suizo, sino que extiendía la medida a extranjeros que acumulen dos faltas leves.Además, reclamaba que la expulsión se aplicara automáticamente, sin que pudieran intervenir los jueces. Una condena por insultos a un funcionario, sumada a una multa por una infracción de tráfico, hubieran sido suficientes para echar al afectado del país helvético.

La radicalidad de la propuesta ha provocado una inusual movilización en su contra, que al final ha sido decisiva para dar la vuelta a unas encuestas que a finales del año pasado cifraban en torno al 60% el apoyo a la iniciativa. Varias comisiones ciudadanas lanzaron una intensa campaña por el no, apoyada por juristas, fiscales, organizaciones de derechos humanos y algunas patronales. A los opositores se sumaron también el Gobierno federal y el Parlamento, que advirtieron de que la aprobación de la iniciativa crearía una justicia de doble rasero que convertiría a los extranjeros, muchos de ellos asentados e integrados en el país desde hace décadas, en ciudadanos de segunda clase.

El Ejecutivo federal ha llegado a calificar la iniciativa de "inhumana", además de destacar que chocaba con la declaración europea de derechos humanos y hubiera complicado aún más la negociación con la UE para poner límites a la inmigración, algo que contraviene el acuerdo de libre circulación en territorio comunitario al que se sumó Suiza.

La consulta ha puesto de manifiesto una vez más la división de la sociedad suiza en torno a la inmigración y la política de asilo. Una cuarta parte de la población, de un total de 8,3 millones de habitantes, no tiene pasaporte suizo y la UDC-SVP, partido mayoritario en el Parlamento con un 30%, ha convertido las propuestas de restricción a la entrada de más extranjeros en el país en su principal objetivo político.

En 2010, la formación ya logró en otra consulta el respaldo del 52,3% de los votantes para introducir la expulsión de criminales extranjeros por delitos graves. El Parlamento cumplió con el mandato popular de reformar la ley, pero introdujo una cláusula que permite a los jueces aplicar excepciones. La UDC-SVP no esperó para lanzar otra consulta con la que ahora pretende que las expulsiones sean automáticas y se amplíe a infracciones menores.

La polarización en torno a la iniciativa ha llenado las calles de propaganda a favor y en contra. La UDC-SVP ha echado mano de unos carteles que ya fueron tachados de xenófobos en campañas anteriores y en los que una oveja blanca expulsa del país a otra negra de una patada. A esa identificación de los extranjeros como ovejas negras, los opositores han respondido con vídeos de casos ficticios de familias rotas por tropiezos menores con la justicia y anuncios en los que un bola de demolición destruye a Helvetia, el símbolo nacional femenino de Suiza. En la recta final de la campaña, algunos detractores han cosechado duras críticas por un cartel ya retirado en el que la cruz blanca de la bandera suiza se transformó en una esvástica.

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